Los programas de educación financiera que desarrollen las instituciones controladas, deberán cumplir como mínimo, con los siguientes objetivos:
Apoyar el control sobre las finanzas diarias: que las personas posean habilidades para
controlar sus finanzas; esto es cubrir a tiempo sus gastos y deudas, sin preocuparse por no
tener dinero.
Verificar que al cliente se le proporcione de manera transparente, clara y completa la información que le permita la comprensión especialmente la relacionada con compromisos que asumiría a largo plazo con consecuencias potencialmente significativas o servicios financieros.
Impulsar el cumplimiento de metas financieras: que las personas perciban que se
encuentran en el camino correcto para cumplir sus metas financieras; y que posean un plan
financiero formal (o informal) y trabajen activamente para alcanzarlo.
Contribuir a la libertad financiera para tomar decisiones que permitan disfrutar de la vida:
que las personas sientan que tienen libertad para gastar en otros aspectos (salir a cenar,
vacaciones, entre otros).
Fortalecer la capacidad para absorber choques financieros: que las personas sean capaces
de sobrellevar retos financieros inesperados.